Tupperware Brands, conocida por su legado en el almacenamiento de alimentos, se encuentra al borde de la quiebra. La empresa vio cómo sus acciones se desploman un 99% en Wall Street, cayendo a USD 51, lo que representa una pérdida de valor del 98,8% desde su máximo histórico en 2014. Esta situación alarmante se produce en un contexto donde la firma enfrenta una deuda acumulada de USD 700 millones y una disminución constante en sus ventas.
A pesar de su posición histórica como un símbolo del hogar estadounidense, Tupperware tuvo que lidiar con un modelo de negocio que perdió eficacia, especialmente en Estados Unidos, donde las ventas directas a través de encuentros sociales ahora representan solo una cuarta parte de su volumen total. En contraste, en mercados asiáticos como Indonesia, la compañía ha encontrado un nicho exitoso, capitalizando el creciente interés de la población femenina por ingresar al mercado laboral.
Mientras Tupperware lucha por mantenerse relevante, competidores como OXO, Pyrex y Rubbermaid han ganado terreno al ofrecer productos más estéticamente modernos y precios competitivos. Estos rivales han capturado la atención de los consumidores con alternativas en plástico duro y vidrio, así como sistemas de sellado más efectivos, apelando a una tendencia hacia la transparencia y la seguridad en los utensilios de cocina.
Tupperware se está preparando para solicitar protección judicial después de haber incumplido los términos de su deuda. A pesar de negociaciones prolongadas con financistas y un intento de reestructuración, la situación financiera de la empresa ha continuado deteriorándose. Recientemente, la compañía advirtió a los reguladores financieros sobre sus dificultades para presentar su informe anual a tiempo, citando una “condición financiera desafiante”.
Desde su fundación, Tupperware transformó la vida doméstica americana, ofreciendo soluciones de almacenamiento innovadoras. Sin embargo, el cambio en las dinámicas de trabajo, junto con la desconfianza hacia los plásticos utilizados en sus productos, ha impactado negativamente en la percepción de la marca. Los contenedores fabricados antes de 2010 contenían BPA, un químico asociado con problemas de salud, lo que ha llevado a muchos consumidores a buscar opciones más seguras.